Stella Rahola Matutes (1980), galardonada con la primera edición de la Bienal de Artes Visuales Ricard Camí, presenta en el Espacio Isern Dalmau de la Fundació Lluís Coromina la exposición La Cronometradora, la ejecución de la obra Ufana (II ) con la que ganó el Premio. Una exposición que despliega imaginarios en torno al agua a partir de una propuesta atravesada por la ecoficción y la versatilidad de un recurso esencial cada vez más escaso en el planeta.
La exposición presenta obras que exploran la interrelación de los humanos con el agua, desde su dependencia, a los efectos irreversibles que las acciones humanas han ocasionado.
De larga trayectoria artística, Stella Rahola Matutes es licenciada y máster en arquitectura (UPC), graduada en escultura (Escuela Massana), y MFA por la Goldsmiths University of London (2019). Ha desarrollado diversas exposiciones en el Museo de Can Framis de la Fundació VilaCasas, así como en el MACBA, en el MACE, y en varios museos de Los Ángeles, Londres y Galway. Como artista ha residido en China, Japón, Países Bajos, Suiza, Londres y Barcelona.
Además de la Bienal de Artes Visuales Ricard Camí, ha recibido el premio A-FAD de reconocimiento a su trayectoria y el Premio de Escultura Fundació Vila Casas.
La primera Bienal de Artes Visuales Ricard Camí ha sido coorganizada por la Fundació Antigues Caixes Catalanes, la Fundació Lluís Coromina y bonart cultural, y se ha dirigido a proyectos artísticos de todas las disciplinas de las artes visuales, que tratarán como temàtica el cambio climático.
La exposición que presentas es el resultado del proyecto con el que ganaste la Bienal. ¿Cómo nació este proyecto y qué quieres transmitir a través de la exposición La Cronometradora?
En mi práctica me interrogo sobre nuestra relación con la cultura material y lo que podemos aprender con la observación de ciertos comportamientos de interrelación con los materiales. En todos los proyectos siempre incorporo un material biológico y llevaba meses trabajando sobre el agua.
La instalación artística que has creado responde a una necesidad real: la escasez del agua como recurso natural. La estructura funciona como una fuente que puede aportar agua purificada ya que la sanea a través de la introducción del carbono, elemento clave en el desarrollo de la vida, al ser un recurso natural y renovable. ¿Sería una opción útil en situaciones de emergencia, como catástrofes naturales en las que se sufren problemas de acceso de agua, como ya se está produciendo?
La instalación La Cronometradora precisamente parte de la observación de los métodos y procesos que se utilizan para potabilizar el agua en casos extremos. De hecho, los tutoriales de YouTube donde militares muestran a la población cómo autogestionar un filtrado de agua en caso de catástrofe me ayudó a entender cómo funcionan estos procedimientos. Luego hay un trabajo de interpretar por construir.
El carbón activado precisamente actúa atrapando impurezas del agua como disolventes, pesticidas, residuos industriales y otros productos químicos, siendo un recurso natural. Es el elemento que se encarga del filtrado químico, mientras que las piedras, gravas y arenas realizan la depuración de orden físico.
La Cronometradora además hace variar este proceso ralentizándolo. El agua no llega bebible de forma inmediata y además da un guiño a los relojes de arena e incorpora el sonido de las gotas cayendo de un filtro a otro: tac-tac… hay una cuestión de tiempo latente , sí.
La exposición será sin duda singular. Podremos ver cómo el agua a través de varios procesos se transforma y se convierte en sí misma un producto experiencial para el público.
El agua es un flujo más del edificio que pasa por la instalación y se incorpora a los cuerpos de las visitantes de la exposición. De esas que quieran, evidentemente. Se invita a beber, hidratándose y formar parte intrínseco del sistema. El Registro de la experiencia de los usuarios es un formulario abierto a las visitantes, que después de haber probado el agua de forma libre, pueden rellenar. Esta encuesta permitirá valorar los resultados del filtrado desde la experiencia.
También existirá el Registro de control de calidad del agua, que es un análisis que se lleva a cabo periódicamente en un laboratorio especializado para examinar las muestras de agua facilitadas. De esta forma, se puede explorar la evolución, valorando los logros y fracasos de este tipo de procedimientos para la potabilización del agua.
Las técnicas manuales son fundamentales en tu obra, seguramente una forma de hacer influenciada por tu formación en arte y arquitectura que incide directamente en las piezas que realizas. ¿Cómo ha sido el proceso de creación y qué ha sido lo más difícil de todo el proceso?
Como cualquier proceso creativo existen dificultades y riesgos. La pieza La Cronometradora es una pieza que considero arquitectónica porque es a su vez estructura y utilidad. Por un lado debe sostenerse y por otro dar agua. Tiene firmitas y utilitas. Resolverlo ha tenido su complejidad. Con la parte audiovisual ha sido más ensayístico y el resultado también es más procesual. Necesitaba esa apertura, también.
Sin duda, el arte puede tener una gran capacidad transformadora, nos hace reflexionar, y en este caso, además, aporta soluciones. ¿Qué ha representado para ti ganar la Bienal en tu trayectoria profesional y qué proyectos quieres seguir iniciando?
Vivimos con una precariedad muy grande y con mucha incertidumbre. Las becas y premios son fundamentales para que los artistas puedan seguir trabajando. Por tanto, estoy muy agradecida. Para los próximos proyectos, preparo un curso para un máster de Elisava en el que trabajaremos con las gravas de los ríos, como material. Se tratará de analizar el sitio desde el punto de vista geológico-materico en el tiempo y de forma especulativa. La idea de río también como figura, metáfora e hilo conductor bajo una mirada ecosófica. El resultado se podrá ver en junio en la sala de exposiciones de la misma universidad.