Marta Marín – Dòmine, Premio BBVA Sant Joan con la obra Diré que m’ho he inventat

La escritora catalana y canadiense y directora del Born Centro de Cultura y Memoria, Marta Marín-Dòmine, ha sido la ganadora del 43º Premio BBVA Sant Joan de literatura catalana con la novela Diré que m’ho he inventat.  Un libro que trata sobre la incapacidad de una madre para ser mujer y madre. La obra, que será publicada por Edicions 62, se presentará el 14 de septiembre en La Semana del Libro en Catalán.

 

El Premio BBVA Sant Joan de literatura catalana está convocado por la Fundació Antigues Caixes Catalanes (FACC) con el soporte de BBVA, y mantiene vivo desde su origen el objetivo de fomentar la escritura así como la lectura en lengua catalana.


 

1. Optaste al Premio bajo el seudónimo Fran Levy y el título Nepenthe, l’oblit . Y el jurado la valoró de entre 97 obras presentadas “por la manera brillante y desgarradora de tratar las relaciones madre-hija, a través de la complejidad de los personajes, la solidez estructural de la novela, y una alta calidad literaria”. Qué querías reflejar en la novela y por qué a través de una obra que conjuga ficción y la autoficción?

 

En primer plano quería escribir sobre una relación conflictiva entre una hija y una madre. Poner el dedo en la llaga, por decirlo de algún modo, ya que cuesta hablar de ello, sobre todo cuando no se corresponde al modelo que supuestamente cabe esperar. Cuesta hablar de la madre, desde la posición de hija, y cuesta también escribirse a una misma como hija. Una mala relación provoca sentimientos muy contradictorios y a veces dolorosos que pueden arrastrarse toda la vida, el de culpa puede ser uno. Escribir sobre una madre “inesperada”, puede magnificar su dolor al menos desde el punto de vista de una hija cuando todavía es niña. De ahí el recurso a la ficción, y más concretamente a ciertos rasgos de los relatos de terror. Una niña carece de herramientas intelectuales para distanciarse de la experiencia. Pero una adulta, sí, y ésta es la parte que se explica a través de la autoficción.

 

También en un segundo plano, quería mencionar los condicionados sociales en la vida de una mujer de clase obrera, que tiene muchas expectativas pero que debe abandonar por cuestiones de clase social, y que, además, se ven rotas por la llegada de una hija. Hay otros muchos aspectos, pero estos dos son los fundamentales.

 

2. Aunque puede parecer por el tema que trata una novela emocional y psicológica está explicada desde una perspectiva nada habitual. Esta mirada singular tiene que ver con tu formación y experiencia como documentalista o profesora en la UAB o en la Wilfrid Laurier University de Canadá?

 

Me gusta mucho esa mirada tuya. Yo también he estado pensando bastante últimamente sobre esta adhesión que tengo por la autoficción, que se podría atribuir a mi debilidad por ciertos autores franceses, pero también me he dado cuenta, ahora que ya no vivo en Canadá, que debo mucho a la escritura académica norteamericana, la libertad que hay a la hora de mezclar el “yo” del autor/a -su experiencia- por tratar temas puramente académicos. De todas formas, las incursiones reflexivas que existen en el libro están como recurso para detener la narración de los hechos, y poner al lector/a en situación de distanciamiento, y a la vez como herramienta para reflexionar sobre la experiencia en sí misma . También como recurso para hacer notar la dificultad de abordar el tema -huir a través de la reflexión es como tomar aire antes de volver a zambullirse.

 

Finalmente, quisiera decir que en el libro no le corresponde, efectivamente, el término de relato psicológico. Rechazo la etiqueta de escritura traumática o reparadora. Además, en este caso, y a mi edad, sería ridículo pretender esto.

 

3. ¿Cuál fue el proceso de creación, desde la primera idea al desarrollo de la novela? La protagonista, su madre, tenía sueños entre Barcelona y París. Curiosamente decidiste escribir la novela en París cuando se quemaba Notre Dame. En cambio, la voz que habla es de la hija, ¿por qué optaste por este recurso?

 

Más que decidir, se me impuso un relato de terror, originado por la imagen de la catedral en llamas. Volví a algunas lecturas de Lovecraft que había hecho cuando era muy jovencita, y encontré que había algo oscuro que se expresaba bien a través de un cuento. La voz que habla es, ciertamente, la de la hija. Pero es una hija que se desdobla. En la primera parte, la del cuento, narra en tercera persona la vida de M. -su madre- y en las otras dos partes, narradas en un estilo realista, la hija habla de Marina. Pero nunca intenta hacer hablar a la madre. Aunque se le explica. En la autoficción el narrador no hace hablar nunca a los demás, se les explica intentando aportar el máximo de elementos que tiene a su alcance, pero nunca le da una palabra inventada. Es una posición ética que me parece muy interesante. Y también es una herramienta metodológica que obliga al autor/a a ponerse en juego respecto al personaje que crea. No es narcisista, como dicen muchos, sino humilde. Se dobla ante las circunstancias, se desnuda, se analiza. Sobre todo las debilidades.

 

4. Las relaciones madres-hijas o al revés pueden ser a menudo complicadas. La mayoría han sido hijas y después madres e hijas. Han tenido la ilusión de tener un hijo y a la vez miedo por lo que supone asumir tal responsabilidad. ¿Crees realmente que pueden ser complicadas por el tipo de relación que se establece entre madres e hijas o por la condición de ser mujeres en una sociedad como la que vivimos?

 

Yo creo, ciertamente, que siempre son complicadas. Tanto si se considera en positivo como en negativo. Generan sentimientos contrapuestos que no nos atrevemos a decirnos. De jóvenes nos debatimos entre la independencia, y también la culpa. O otros por la devoción extrema, o por el olvido, como nos dice Didier Eribon que hizo en relación a sus padres. Porque no queremos formar parte del mundo que representan, por ejemplo.

 

También puede haber un exceso de amor que nos ahoga. Mil variedades, pero creo que todas complejas, incluso cuando se tiene sólo un padre o una madre, o cuando se tienen cuatro. De joven, creía que el kibbutz era una estructura valiente porque se había confrontado a esta complejidad y la había rechazado. Pero curiosamente, el kibbutz no ha tenido una vida larga.

 

5. La literatura permite jugar con la realidad, con la ficción, con la historia… genera emociones y hace reflexionar. ¿Cuál ha sido tu camino como escritora y qué buscas en cada creación literaria?

 

Yo he escrito absolutamente toda la vida. Desde pequeña. De mayor escribía cuentos, y algunos fueron premiados, como descubrió un día la periodista y escritora Anna Ballbona. Pero con el tiempo, quedé absorbida por la escritura ensayística, universitaria. Analizar me ha gustado siempre. Una vez me atreví a aplicar mi experiencia en lo que escribía, fui modulando mi escritura hasta construirla con un propósito no sólo especulativo sino literario. Me miro en el uso de la lengua, en el ritmo de las frases, porque me parece que es allí donde se aúna la emoción y el intelecto. Y me gusta que los lectores puedan disfrutarlo.

 

6. Has ganado ya algunos premios como el Ciudad de Barcelona, Joaquim Amat-Piniella o el Serra d’Or. ¿Qué representa haber ganado ahora el Premio BBVA Sant Joan, uno de los premios literarios de mayor prestigio y mejores dotados de las letras catalanas?

 

Un regalo, no sólo pecuniario, que es muy importante, ya que un escritor/a no suele poder vivir de la venta de los libros, sino simbólico: el del reconocimiento de formar parte de la comunidad literaria catalana, por decirlo de algún modo, a los dos años de haber regresado definitivamente de Canadá. Estoy muy agradecida a la Fundació Antigues Caixes Catalanes, y al apoyo del BBVA, y también al jurado, por supuesto.