Entrevista a Maite Esteve, directora de la Fundació Catalunya Cultura

Maite Esteve, gerundense 1975, es directora de la Fundació Catalunya Cultura (FCC) desde 2018, entidad que trabaja para acercar el mundo cultural y empresarial, y para que el sector privado y la sociedad civil den el valor que la cultura se merece como motor económico y de transformación social. Sabe que se necesitan mejores instrumentos de financiación y una Ley de Mecenazgo potente y actualizada que permita desarrollar y mantener actividades culturales como se hacen en otros países europeos. El mes de marzo, la fundación inició una nueva edición del Programa IMPULSA CULTURA. 35 proyectos se beneficiarán y trabajarán para ser más profesionales, más sostenibles y más atractivos para obtener recursos de las empresas.

La Fundació Antigues Caixes Catalanes, con el apoyo de BBVA, forma parte del Consejo de Mecenazgo y reconoce la labor que realiza la entidad en defensa de la cultura.

La cultura que preserva y hace justicia a nuestro pasado, y crea y construye nuestro futuro, necesita de todos para crecer fuerte y hacer de éste nuestro, un país mejor.

  1. La FCC posibilita que varios proyectos culturales accedan a formación teórica y práctica. ¿Cómo se desarrolla el Programa IMPULSA CULTURA y qué aporta a las entidades que presentan sus proyectos?

    El Programa IMPULSA CULTURA es un programa de formación, mentoría y aceleración gratuito dirigido a proyectos culturales con sede o que desarrollan su actividad en Cataluña y que tiene el objetivo de ayudarles a mejorar su gestión y sostenibilidad para que no sean efímeros.

    Nos encontramos con iniciativas culturales de gran talento, pero con pocos conocimientos sobre aspectos clave de gestión que les permita consolidarse y ser económicamente viables. Les ayudamos con contenidos centrados en las herramientas para desarrollar con éxito un modelo de negocio, en la transformación digital, cómo implantar las estrategias de financiación externa o en las habilidades de comunicación.

    Este año, participan en el Programa 35 proyectos de toda Cataluña que han sido seleccionados por un Comité de Evaluación entre todos los que se inscribieron. La formación se estructura en cuatro fases que se alargarán hasta el 30 de noviembre y las sesiones son presenciales y virtuales. Los proyectos participantes se integrarán en la Comunidad IMPULSA, una red formada por los 220 proyectos que han formado parte de las ediciones anteriores y que tienen un enorme potencial de impacto colectivo.

    Cabe destacar que los 10 proyectos finalistas optan a los Premios IMPULSA CULTURA y uno de ellos, seleccionado por un jurado de expertos, recibirá el Premio IMPULSA CULTURA 2023, dotado con 10.000 euros el próximo 17 de octubre en el acto “La Noche de la Empresa y la Cultura”, que reunirá a representantes de instituciones, entidades y compañías del mundo empresarial y cultural.

  2. ¿Cómo debe ser un proyecto cultural para que sea sostenible y pueda crecer en el tiempo?

    Ante todo, es necesario que identifiquen muy bien su propuesta de valor y su impacto (en los que son singulares, innovadores, etc.), lo que les ayudará a definir la oferta de actividades y de programación, y a evaluar el proyecto y hacer correcciones. También es fundamental definir su modelo de negocio, y aquí entran aspectos como la concreción de los públicos objetivos y la búsqueda de colaboraciones y alianzas. Detrás de la propuesta hay un coste económico y hay que fijar una estrategia para obtener ingresos con cierto equilibrio, que puede ser a través de financiación externa (mecenazgo, patrocinios o subvenciones), o de financiación interna (lo que genera el proyecto por él mismo). Otro punto básico es la estrategia de comunicación, es decir, que sepan comunicarse adecuadamente con sus públicos, financiadores, inversores, partners, colaboradores, etc.

  3. Tanto en el Patronato como en el Consejo de Mecenazgo de la FCC hay representadas empresas y entidades que desde hace tiempo apuestan por la cultura. La mayoría son grandes empresas que ya aportan dinero. ¿Por qué cuesta tanto llegar a las pequeñas y medianas empresas que forman el grosor empresarial en Cataluña?

    Los órganos de gobierno de la Fundación, tanto el patronato como el Consejo de Mecenazgo, lo integran empresas y personas a título individual comprometidas con el apoyo del mundo empresarial a la cultura y que se implican para ayudar a la fundación a alcanzar sus objetivos.

    El Patronato lo conforman actualmente compañías y entidades con un peso importante como la Fundació Fluidra, Ramona, Fundació Banc Sabadell, Damm, Grupo Planeta, HP, ara.cat, el Institut Català de Finances, Moventia y la Fundació Música Ferrer-Salat.

    Estamos en un momento de crecimiento y vamos sumando nuevas compañías que creen en nuestro proyecto y en nuestra misión. Todos consideran vital este apoyo para evitar la fuga o pérdida de talento. Cataluña es una fuente de talento cultural desde hace siglos y las empresas que forman parte de la fundación no tienen ninguna duda sobre el rédito que supone la inversión cultural en beneficio del interés general.

    Por lo general, seguramente cuesta llegar al sector empresarial porque las organizaciones buscan un retorno de la inversión más inmediato, pero la inversión en cultura tiene una rentabilidad más a largo plazo y a menudo no es tangible. Por eso desde la fundación hacemos una labor constante para explicar a los empresarios y empresarias que destinar recursos al sector cultural no es un gasto sino una inversión y que pocas acciones tienen mejores resultados e impacto que las relacionadas con la cultura para captar nuevos talentos y retenerlos.

    Es necesario un cambio de mentalidad para comprender todo lo que puede ofrecerles el mundo cultural. Hoy en día el valor de una empresa se mide más allá de su cuenta de resultados, los ODS y los ESG han posicionado el impacto a nivel social, territorial e intelectual en criterios de valor y las empresas que se vinculan con la cultura, se posicionan en este sentido. Son empresas que apuestan por dejar un legado y en definitiva por el progreso y por el bienestar social, más allá de los resultados de la propia empresa.

    Aún nos queda mucho trabajo por fortalecer puentes entre dos sectores que realmente tienen muchas semejanzas, pero que a menudo se ven demasiado lejanos.

    Debo decir, a favor de las pequeñas y medianas empresas, que hay un número muy importante en toda Cataluña muy implicadas y activas en la cultura local y que tienen un peso muy destacado en el tejido cultural de su territorio, haciendo un esfuerzo a menudo mayor que lo que pueden hacer empresas mucho mayores o multinacionales

  4. La eterna reforma de la Ley de Mecenazgo y la reducción de los impuestos al consumo cultural son una constante lucha para la FCC. Ahora mismo está entre las entidades que defiende medidas que promuevan mayores facilidades para la compra y la inversión en cultura. ¿Dónde reside el problema por estar desde hace años tan lejos de otros países europeos? ¿Por qué la filantropía no está tan arraigada en nuestro país como en otros, y la sociedad ve la cultura todavía como un gasto y no una inversión?

    España arrastra desde hace muchos años una carencia muy importante en lo que respecta al marco legal que ampare y promocione el mecenazgo. La Ley 49/2002 tiene más de 20 años y las formas de hacer y relacionarnos donantes y receptores han cambiado sustancialmente, pero la ley no ha evolucionado. En la fundación llevamos años pidiendo y haciendo propuestas legislativas en las que se contemplen mejoras fiscales, pero también de políticas públicas de reconocimiento y pedagogía al mecenazgo para intentar poner en valor lo que cada uno de nosotros podemos aportar a nuestro entorno.

    La FCC lidera la Plataforma por el Mecenazgo donde se aglutinan a más de 180 entidades del mundo de la investigación, social y de la cultura en la lucha por esta reivindicación de una ley más adaptada a nuestros tiempos y que sea un claro impulso motivador y incentivador de la participación privada en estos tres ámbitos citados.

    La filantropía en otros países, la mayoría anglosajones, es vivida en forma de reconocimiento personal y se vive con orgullo. Las personas tienen un alto sentimiento de corresponsabilidad y retorno con aquellas instituciones o ámbitos con los que se sienten íntimamente ligados. En Estados Unidos, por ejemplo, en términos de porcentaje del PIB está a casi 30 veces el de España, en Francia significa el doble y en Alemania el triple. Los tipos impositivos más altos que en los países anglosajones y la falta de reconocimiento y buena imagen de los mecenas hacen difícil que en nuestro país la filantropía se equipare a esa mirada e impacto que tiene en los países anglosajones.

    Lo que en Cataluña es sin duda una práctica creciente es el micromecenazgo, de 2003 a 2018 las pequeñas donaciones declaradas en el IRPF han pasado de 308.000 a 735.000 personas. Y la donación media también se ha multiplicado pasando de 71 a 145 euros por declaración. Datos todos que creemos serían mucho más significativos con un impulso legislativo de incentivos favorables.

  5. ¿Qué papel juegan los medios de comunicación y la educación en la percepción y uso que realizamos la sociedad de la cultura?

    Los medios de comunicación son unos grandes aliados para promover, divulgar y concienciar a la sociedad de la fuerza y ​​potencial que tiene cualquier manifestación cultural, pero desgraciadamente la presencia mediática de la cultura es insuficiente, sobre todo en los informativos donde es una gran damnificada de la escasez de tiempo y recursos frente a otras secciones. Me gustaría reivindicar que haya más espacios específicos dedicados a la cultura y que las informaciones culturales tengan mayor protagonismo. Esta poca presencia mediática de la cultura en términos de valor, no como ocio, es un reflejo de la sociedad en la que vivimos.

    En cuanto a la educación, en nuestro país menospreciamos las asignaturas relacionadas con las expresiones artísticas y la creatividad, las llamamos marías, y este hecho ya condiciona el valor que desde pequeños podamos dar a lo que representan. 

     

    No puedes amar lo que no conoces. Si queremos que los adultos del futuro sean consumidores culturales se debe trabajar desde la escuela, desde edades jóvenes disfrutando, aprendiendo y participando de hechos culturales y, sobre todo, comprendiendo su impacto emocional y social. Por ejemplo, en algunos países de centro-Europa, los alumnos de primaria y secundaria dedican una tarde de la semana a dar clase en diferentes espacios culturales, galerías de arte, teatros, museos… y eso facilita que cuando son adolescentes y adultos están acostumbrados y les es natural seguir visitando y participando de las actividades que se realizan en estos espacios.

    En la fundación tenemos alianzas con escuelas de negocio, precisamente, porque es donde se están formando las futuras generaciones de profesionales de la empresa y queremos que conozcan el valor y el impacto transformador que tiene la cultura. Así como la RSC en el ámbito social y de la investigación tiene una comprensión marketiniana directo, es necesario trabajar y explicar el mismo valor en términos de impacto que tiene cualquier proyecto cultural. 

    En Francia, por ejemplo, las marcas hace muchos años que han entendido que asociar su nombre a la cultura es sumarle valor. La cultura es progreso, futuro y riqueza, y ahora más que nunca, como sociedad avanzada debemos preservarla y potenciarla desde un compromiso de responsabilidad compartida. No podemos esperar a que la cultura sea toda subvencionada o estamos contribuyendo en la fuga o pérdida de talento. Todos debemos implicarnos, en la medida de lo posible, en el apoyo al mundo cultural.

    La cultura que preserva y hace justicia a nuestro pasado, y crea y construye nuestro futuro necesita de todos para crecer fuerte y hacer de éste nuestro, un país mejor.

  6. ¿Qué otros proyectos llevan a cabo desde la FCC? ¿El Sello IMPULSA CULTURA en qué consiste?

    En el ámbito privado, una de las líneas de actuación destacadas que llevamos a cabo es el Sello IMPULSA CULTURA, un instrumento que precisamente da visibilidad a buenas prácticas empresariales. Esta certificación, única en Europa y creada en 2019 por la fundación en colaboración con la Cátedra de Responsabilidad Social y Sostenibilidad de la Universitat de Girona, tiene el objetivo de reforzar el posicionamiento de aquellas compañías que apuestan por una economía de impacto a largo plazo que va más allá del beneficio económico.

    El pasado mes de enero presentamos el Sello en la Cámara de Comercio de España, en Madrid, donde contamos con la participación del ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta. La voluntad de la FCC es conseguir el máximo número de empresas certificadas que pueden servir de ejemplo a otros empresarios que nunca se han relacionado por desconocimiento o falta de Know how con el mundo cultural y que pueden replicar hechos y acciones beneficiosos a ambos sectores de manera muy significativa.

    El Sello sirve también de reconocimiento a una labor de mecenazgo que no está siempre suficientemente valorada socialmente y que en Cataluña ya llevaban a cabo los grandes empresarios mecenas de finales de s. XIX y principios del s. XX y que nos han dejado un legado que todavía nos rinde de forma muy positiva en el país.

    Otro eje de actuación de la fundación que vincula el sector empresarial y el cultural es el Premio EMPRESA CULTURA, cuyo objetivo es promover y dar visibilidad a las empresas que destaquen por su compromiso y su contribución en el fomento y apoyo de la cultura en Cataluña. Las últimas empresas que han sido galardonadas con este premio han sido Marc Martí y Abacus Cooperativa.