Entrevista a Íngrid Picanyol, directora de arte y diseñadora de la imagen del Festival BBVA de Cine de Montaña

​Ingrid Picanyol (1988) es la directora de arte y diseñadora gráfica del Festival BBVA de Cine de Montaña de Torelló desde 2018.  

Año tras año, sorprende a todos con sus diseños, siempre relacionados con la temática central del Festival. Actualmente, cuenta con reconocido prestigio internacional y ha ganado varios reconocimientos de renombre. 

El Festival que tendrá lugar del 10 a 20 de noviembre en Torelló está coorganizado por la Fundació del Festival, la Fundació Antigues Caixes Catalanes y BBVA.

 

“Busco que la audiencia se detenga ante la campaña y se pregunte qué significa esa imagen”

 

Un año más, y desde 2018, la imagen del Festival sorprende. Lápidas con epitafios que nos recuerdan que vivimos inmersos en una crisis climática que está destruyendo el planeta. ¿Cómo es el proceso de trabajo que realizas y de creatividad para conseguir campañas como esta? Porque hay imagen pero detrás también un mensaje comunicativo potente.

Siempre comienzo investigando sobre el país de la edición y a reunir todo lo que encuentro, me parezca a priori interesante o no. Para mí, el principal reto del proyecto consiste en encontrar una característica o historia local para acabar hablando de algo que nos interese también a los que vivimos aquí o en otros puntos del planeta.

Las fronteras fragmentan el territorio, y nos sirven para poner nombres a los lugares, para controlar comportamientos humanos, pero no, o al menos hasta ahora, para controlar el comportamiento del clima.

Desde el punto de vista medioambiental, venimos viendo ya desde hace tiempo que lo global y lo local están en constante relación. Que lo que sucede en un pequeño trocito del mundo puede estar provocado por una causa global, a la vez que todo el planeta vive globalmente una crisis climática provocada principalmente por los países desarrollados que en extensión de territorio son minoría.

Por lo tanto, teniendo en cuenta esta dicotomía, desde el principio de este proyecto me voy a estar preguntando si lo que ha pasado o pasa en Mongolia quizás es consecuencia de lo que hemos hecho aquí. O, por otro lado, si lo que está pasando a día de hoy en Mongolia, también nos está pasando aquí y en el resto del mundo.

 

Desde siempre has estado vinculada al arte, la fotografia y el diseño. ¿Qué buscas en cada uno de tus diseños? ¿Qué te diferencia de otros diseñadores?

No me identifico con la clásica idea de que el diseño gráfico es sólo una manera de organizar información en una hoja. Me gusta que a pesar de responder a un encargo reflexivo y racional, haya una pequeña parte de mí en cada proyecto.

Cuando tengo un encargo me siento privilegiada. Puedo aportar al mundo algo que esté en relación con las personas, y las personas me interesan muchísimo.

Entiendo mi trabajo como un canal para llegar a ellas. Teniendo en cuenta que mi aproximación a un encargo tiene cierta mirada personal, lo que me diferencia del resto es probablemente aquello que caracteriza mi forma de estar en el mundo

 

Para ser un buen creativo/a, ¿hay que tener unas habilidades especiales? O es cuestión de inspiración…

Creo que es como la gimnasia. La creatividad es un ejercicio que requiere mucho entrenamiento. Lo veo cada semana con mis alumnas. A medida que repiten un ejercicio, su manera de resolverlo es cada vez más rápida a la vez que diversa. La inspiración existe pero sin un buen músculo, creo que es difícil que las cosas lleguen a buen puerto.

 

Siendo de Torelló, conocerías el Festival BBVA de Cine de Montaña. ¿Soñabas con hacer su diseño en alguna ocasión? ¿Cómo fue tu acercamiento al Festival?

Cuando me llamó Joan Salarich, director del Festival, me hizo mucha ilusión. Llevaba 4 años siendo freelance, viajando por trabajo a ciudades como Nueva York y Ciudad de México, pero nunca había recibido un encargo de esta magnitud para el pueblo donde nací.

Me siento muy afortunada de poner mi granito de arena en este evento cultural tan rico año tras año. Se me da una total libertad y, aparte de que esto es muy difícil de encontrar, me enriquece muchísimo.

 

Quien se dedica a la imagen y la comunicación sabe que es muy importante lo que se transmite. La comunicación con el público es primordial y a la vez difícil en una sociedad que recibimos tantos impactos. ¿Cómo consigues impactar y a la vez cumplir con las expectativas de los clientes?

De cara a la formalización siempre procuro encontrar una imagen que impacte y que interpele a la gente.

A día de hoy consumimos imágenes de una manera fugaz y, por lo tanto, busco que la audiencia se detenga ante la campaña y que se pregunte qué hace esa imagen allí.

La campaña busca llamar la atención para que venga gente y el desconcierto es una herramienta para conseguirlo.

Desconozco qué expectativas se tienen de mí desde el festival pero siempre siento que agradecen el ejercicio aunque al inicio pueda parecer difícil de entender o incluso arriesgado.

Admiro muchísimo la confianza que tienen en propuestas tan fuera de lo común. 

 

¿Qué retos te marcas a futuro? Has montado tu propio estudio en Barcelona (Studio Ingrid Picanyol), has trabajado para muchas empresas de aquí y fuera de España como Suki Design Studio (BCN), RoAndCo (NYC), Javas Lehn Studio (NYC) y ByFutura (CDMX), y ya has recibido varios premios de reconocimiento internacionales como el Laus Awards (ADG-FAD) en varias categorías, el Italian Top Fedrigoni Awards, o el ADCE European Design & Advertising Awards, una plataforma que reúne a los principales profesionales de cada país. ¿Qué te queda por hacer?

¡Seguir trabajando en proyectos en los que yo también pueda seguir aprendiendo! 

 

Estás muy vinculada al colectivo de mujeres diseñadoras, que a lo largo de sus trayectorias, han tenido que demostrar más su capacidad para llegar a ser una diseñadora de prestigio o que no han sido suficientemente reconocidas. Tu carrera, sin embargo, está siendo larga e intensa, y eres joven y mujer. ¿Crees que todavía queda mucho camino por hacer? 

¡Creo que sí! Para nada siento que ya lo tengo todo aprendido. Más bien lo contrario. Con la experiencia crece mi umbral del trabajo bien hecho y me resulta más difícil sentirme satisfecha. Pero es precisamente eso lo que me mueve a seguir caminando.