Hablamos con Elisenda Collell, educadora social y formadora del programa Amb un Clic

  • Elisenda Collell es educadora social y trabaja en la Fundació Privada Autisme Guru con personas con autismo enfermedad mental y capacidades especiales. Ha promovido la creación de redes sociales mediante la cultura y el ocio para personas con trastorno mental.

 

  • Desde el 2023, imparte el programa de educación digital Amb un Clic, dirigido a colectivos vulnerables. Un programa educativo y social, de iniciación al entorno digital, con el objetivo de ayudarles a disminuir la brecha digital.

 

  • Amb un Clic es un proyecto impulsado por la Fundació Antigues Caixes Catalanes (FACC), con el apoyo de BBVA

 

“La inclusión digital es una cuestión de justicia social. Facilitar el acceso a la tecnologia y ofrecer formación a colectivos vulnerables no solo les empodera, sino que también enriquece a la sociedad en conjunto.”


 

El programa de iniciación en el entorno digital está dirigido a disminuir la brecha digital de colectivos vulnerables. ¿En qué consiste este programa y cómo se lleva a cabo?

La Fundació Antigues Caixes Catalanes es la organizadora y coordinadora del programa que tiene como objetivo reducir la brecha digital, a fin de mejorar las condiciones de vida de las personas en situación de vulnerabilidad y promover su inclusión social y laboral. Se encarga de contactar con las diferentes entidades que atienden a estos colectivos, para ofrecerles la posibilidad de participar en el programa y hacer su seguimiento a lo largo de las tres sesiones, adaptándose a sus horarios, espacios y necesidades.

 

En el programa trabajamos partiendo del grupo, adaptándonos a su nivel y lo que necesita. Algunas veces el objetivo se reduce a la alfabetización y empoderamiento digital.

 

Toda la formación se realiza a través del teléfono móvil, garantizando que todos los participantes tengan fácil acceso. En cuanto a la labor de la educadora, mi rol es acompañar a los participantes a lo largo de la formación. Esto implica guiarles en el aprendizaje de las herramientas digitales, resolver dudas y adaptar el contenido a las necesidades y el nivel de cada grupo. Fomentando un entorno de aprendizaje inclusivo, respetuoso y motivador, en el que cada persona se sienta cómoda y confiada para adquirir nuevas habilidades.

 

¿Cuál es el perfil de los alumnos que participan? ¿Para qué les es útil esta formación?

El perfil de los alumnos que participan en este programa es muy diverso, pero por lo general se trata de personas con riesgo de exclusión social y reducidas competencias digitales. Esta formación les permite adquirir habilidades básicas para interactuar con el mundo digital, lo que cada vez es más necesario, ya que actualmente la mayoría de los trámites y servicios se realizan online.

 

La sociedad en general se encuentra con el obstáculo que casi todo se realiza por internet, desde solicitar ayudas hasta gestionar la salud o relacionarse con administraciones. Por eso, programas como éste son esenciales para la inclusión digital y social.

 

Los participantes a menudo tienen dificultades para acceder y utilizar aplicaciones básicas como el correo electrónico, Google Drive, los navegadores web… Esto se debe tanto a la falta de conocimientos como a la falta de familiaridad con la tecnología. De hecho, muchos de ellos no tienen acceso a dispositivos o conexión a internet de calidad en su casa, lo que aún agrava más la brecha digital. Esta formación intenta compensar estas carencias y ofrecerles herramientas que les permitan gestionarse de forma autónoma en el entorno digital.

 

Ya llevas 10 grupos impartidos de Amb un Clic por toda Cataluña, ¿cuál fue el reto cuando lograste el encargo y cuál ha sido tu experiencia después de un año?

Mi reto principal fue aprender a realizar algunas de las gestiones y trámites que nunca había realizado. Tuve que adaptarme rápidamente y adquirir nuevas habilidades.

 

Lo cierto es que es un trabajo muy estimulante donde nunca te encuentras un grupo ni un trámite igual. Esto hace que sea muy enriquecedor, puesto que debo adaptar constantemente el programa y la metodología.

 

Al mismo tiempo, es necesario estar al día porque todo evoluciona muy rápidamente, aparecen nuevas aplicaciones y el formato y funcionamiento de sus digitales va cambiando, lo que me obliga a aprender de forma continua.

 

El programa se adapta a cada colectivo. ¿En qué conocimientos o habilidades te centras, y cuáles son los aspectos que despiertan mayor interés o los que se perciben como más difíciles de alcanzar?

Para adaptar el programa a cada colectivo, primero tenemos en cuenta las características de cada grupo, así como sus limitaciones comunicativas, intelectuales o culturales. A partir de ahí, nos aseguramos de que primero se trabajen las herramientas digitales más básicas, como el correo electrónico y las aplicaciones esenciales.

 

Una vez que estas herramientas están claras, el segundo paso es construir un marco mental sobre cómo funcionan las administraciones estatales. Después, de forma progresiva, exploramos qué trámites son relevantes para cada grupo o persona, orientándolos y explicando cómo acceder a las sedes electrónicas y realizar los trámites necesarios.

 

Por último, cerramos el programa abordando la seguridad en las redes para garantizar un uso seguro de las herramientas digitales.

 

Por lo general, lo que más valoran los alumnos son los trámites que pueden realizar directamente en las sesiones, ya que los necesitan hacer y comprueban que digitalmente son más fáciles de gestionar. En cambio, lo que menos les gusta es el proceso de dar de alta las identidades digitales, como el idCAT, la Cl@ve PIN o mi salud, por ser un proceso más lento ya menudo se encuentran con trabas que dificultan el acceso.

 

Esta formación está acogida por entidades que ayudan a colectivos con riesgo de exclusión social. ¿Qué papel juega la entidad que acoge el programa?

Estas entidades, que conocen las realidades de sus usuarios, son claves para identificar sus necesidades desde el principio y adaptar su proyecto. Además, actúan como motivadoras principales, uno de los mayores retos que afrontan es mantener un grupo estable.  

 

Los colectivos con los que trabajan a menudo tienen dificultades para ser constantes a causa de sus realidades y necesidades cambiantes: pueden tener ofertas de trabajo, cambios laborales o cargas familiares. Por eso, si la entidad no les acompaña de forma continua, haciendo un seguimiento cercano y adaptándose a sus necesidades, el proceso formativo no suele funcionar.

 

La implicación de la entidad acogedora es esencial para superar estos obstáculos. Si la entidad promueve activamente el programa, crea un ambiente de acogida y motiva a los participantes, las posibilidades de éxito aumentan significativamente. Así, es crucial que la entidad fomente su participación.

 

¿Crees que se necesitan programas como estos para facilitar el uso de las tecnologías a la sociedad en general?

Sí, programas como éstos son fundamentales para facilitar el uso de las tecnologías en la sociedad en general. La pandemia ha acelerado la digitalización de muchos aspectos de la vida cotidiana, desde la gestión de servicios públicos hasta el acceso a recursos educativos y salud. Esta transición ha dejado a muchas personas, especialmente a aquellas en situación de vulnerabilidad, en una posición más desfavorecida.

 

Para personas de mediana edad y tercera edad, adaptarnos a las nuevas tecnologías puede ser ya un reto. Esto se complica aún más para aquellos que carecen de acceso a dispositivos digitales oa una conexión a Internet, o que no dominan el idioma del contenido digital. Sin formación y soporte adecuado, estas personas corren el riesgo de excluirse de servicios esenciales y oportunidades laborales, perpetuando la brecha digital.

 

La inclusión digital es una cuestión de justicia social. Facilitar el acceso a la tecnología y ofrecer formación a colectivos vulnerables no sólo empodera a estas personas, sino que también enriquece a la sociedad en su conjunto. Una ciudadanía digitalmente competente contribuye a una comunidad más resiliente y cohesionada, capaz de afrontar los retos actuales.

 

Así, es imprescindible que se desarrollen más programas de este tipo que no sólo enseñen habilidades digitales, sino que también fomenten la inclusión, la participación y el bienestar social. La tecnología debe ser una herramienta de empoderamiento, no de división.